
”Albiceleste hasta la muerte! Y después de la muerte ”albiceleste!
Si bien los orĆgenes históricos de Magallanes se remontan a la desaparecida Escuela Normal de Preceptores de Quinta Normal, su fundación no solo significó dar lugar a un equipo mĆ”s en las zonas circundantes de la creciente ciudad de Santiago, sino que tambiĆ©n significó ser el gĆ©nesis del primer club deportivo propiamente criollo y ajeno a cualquier colonia extranjera asentada en el paĆs. La popularidad que Magallanes experimentó durante los primeros aƱos de la era amateur del futbol nacional provino principalmente de sectores populares que constituirĆan posteriormente la masa de hinchas mĆ”s importante del paĆs, solo comparable aƱos mĆ”s tarde a la que serĆa formada por un naciente Colo-Colo.
Una dilatada historia
La hinchada carabelera


El barrio Matadero se configuró en aquellos aƱos como el suburbio de la capital magallĆ”nico por excelencia, adquiriendo una identificación tan fuerte con el club que tendrĆan que pasar varias generaciones para deteriorar un vĆnculo que, hasta mediados de siglo, serĆa casi sanguĆneo.
Con la llegada del profesionalismo y de la prolongación del protagonismo de la Academia en los torneos nacionales (con la obtención de su tricampeonato en 1935 y de otro tĆtulo tres aƱos mĆ”s tarde), la hinchada carabelera adquirirĆa un volumen y prestigio tan grande que todo clĆ”sico que se disputase con la escuadra del cacique (el llamado ClĆ”sico de la Chilenidad) equivaldrĆa a una paralización generalizada de las actividades en los barrios populares de Santiago.
Constantes tropiezos y mediocres campaƱas comenzarĆan, sin embargo, a llenar el historial deportivo del club, sufriendo una pĆ©rdida importante de sus aficionados que durante esos aƱos verĆan con mejores ojos tanto el posicionamiento favorable de Universidad de Chile dentro del panorama futbolĆstico nacional como la superioridad absoluta que, hasta ese entonces, habĆa conquistado y ostentaba firmemente Colo-Colo. La decadencia institucional de Magallanes, aƱadida al descenso sufrido a fines de 1960, obligó a la dirigencia del club a trazar objetivos para el corto y mediano plazo que contemplasen, entre otras cosas, el ascenso y la conquista de un nuevo tĆtulo en la División de Honor. No obstante, no serĆa sino la fundación en 1961 de la Bandita de Magallanes (dirigida musicalmente por Luis Salazar e institucionalmente por Jorge Pinto) la que constituirĆa uno de los acontecimientos mĆ”s importantes del club por esos aƱos, acontecimiento que āpor lo demĆ”s- introducirĆa en Chile la costumbre de
Las casi dos mil personas que apoyarĆan a Magallanes en su campaƱa por el anhelado ascenso de 2010 se duplicarĆan un aƱo mĆ”s tarde para el Ćŗltimo chispazo de las antiguas glorias presenciado por los carabeleros (y el mundo deportivo nacional): la final de la Copa Chile 2011. Para aquella ocasión (que tendrĆa, por lo demĆ”s, un triste desenlace para la Academia) la grada norte del Estadio Santa Laura se verĆa absolutamente teƱida color albiceleste, animada por las melodĆas de una ampliada Bandita y por la murga que, desde la llegada de la Sociedad Anónima, habĆa ido adquiriendo protagonismo al interior de la barra sobre todo por su extraordinaria fidelidad: la Guardia Albiceleste.
Desde entonces, la barra carabelera ha ido configurĆ”ndose entre la histórica tradición encarnada por la Bandita, casi siempre rodeada por la ilustre barra Nissim Sadia (llamada asĆ

incluir agrupaciones musicales identificadas con un equipo en todos los enfrentamientos disputados localmente. Asimismo, la recuperación de una cierta supremacĆa futbolĆstica con los āComandosā de Eugenio Jara a comienzos de la dĆ©cada de los 80s revitalizarĆan los viejos sentimientos de muchos magallĆ”nicos que durante largos aƱos habĆan permanecido distantes a la realidad deportiva del equipo.
La histórica conquista de la clasificación a la Copa Libertadores y la identificación casi absoluta que sentĆa el sector sur de la capital por Magallanes no habrĆan de ser suficientes para darle un gran y definitivo impulso que le ayudase a mantener la categorĆa que habrĆa de perder a fines de 1986. Un descenso a tercera división a mediados de los 90s, la llegada de la Sociedad Anónima de Alfonso Swett y de su fracaso institucional con un segundo descenso en 2006, sumirĆan a la Academia en una crisis orgĆ”nica que le significarĆa su casi desaparición como club pero que serĆa sacada adelante con la llegada de Anselmo Palma y con la cooperación dada desde Corporación por parte de los hinchas.
en honor a uno de los jefes de barra mÔs ilustres que ha tenido Magallanes en su dilatada historia), y el devoto fervor de la juventud representado por la Guardia, ambas envueltas por niños y familias que han mantenido una pasión que no siempre es fÔcil de prolongar en el tiempo.