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Si hacemos un leve ejercicio reflexivo, podríamos pensar que difícilmente hoy en día se lograría generar un cierto acercamiento, a lo menos cordial, entre las distintas hinchadas existentes a lo largo del país. Y es que las rivalidades han adquirido un vigor aún más importante de lo que eran en antaño, y los roces entre hinchadas incluso desconocidas entre sí han ido en aumento. No obstante, y como ocurre aisladamente en Latinoamérica, el romanticisimo futbolístico ha podido amortiguar en algunos casos aquellas pasiones que se desenvuelven con motivos únicamente violentos: entre estos grupos privilegiados, se encuentran buena parte de los equipos mal llamados “chicos” en Chile. Audax Italiano y Magallanes son dos casos ejemplares de aquellos clubes cuyas historias se llenan de anécdotas colmadas de “alegrías y pesares”, una de las cuales involucra a ambos campeones tempraneros del fútbol chileno como hinchadas hermanadas ante la adversidad: dos años más tarde de haber llorado simultáneamente el descenso de 1986, carabeleros e itálicos se encontraban disputando el torneo de segunda división aunque con algo de dificultades para esta última escuadra, la cual habría de definir la relegación a tercera división con Malleco Unido, jugando dos partidos conforme al sistema de ida y vuelta. La primera opción para salvarse habría de pelearse el 15 Enero de 1989 en el antiguo estadio municipal de La Florida, oportunidad en la cual la gente de Magallanes acompañó –junto a su Bandita- a la sufrida hinchada audina, resultando un marcador final de 4-0 a favor de los locales. El partido de vuelta, finalmente, no habría de tener mayores complicaciones y Audax se impondría por 0-2 en el Estadio Fiscal de Talca siete días más tarde. De este modo, la hinchada floridana conmemoraría el gesto del pueblo carabelero regalándole un banderín a modo de agradecimiento y que contendría una declaración de amistad entre ambas instituciones.

Benjamín Figueroa L.

Bien poco se sabe –tanto en nuestro país como en la hermana república de la Argentina- que las semejanzas entre la Academia de Chile (nombrada así por sus orígenes en la Escuela Normal de Preceptores) y en la Academia de Avellaneda (apodo que obtuvo tras conquistar siete campeonatos en la era amateur de forma consecutiva) no solo han sido coincidencias históricas y ajenas unas de otras, sino que también han tenido su encuentro cara a cara en un determinado momento, históricamente decisivo para la escuadra trasandina: la final de la Copa Libertadores de 1967. En la edición más extensa que ha tenido este torneo continental, Racing Club se erguía como uno de los grandes aspirantes a quedarse con el título, y no era para menos: Racing había dejado en el camino a Independiente de Medellín y había arrasado en semifinales tras eliminar a River Plate y Colo-Colo, viéndose obligado a disputar la final primero en el Cilindro de Avellaneda y luego en el Centenario de las tierras orientales ante Nacional de Uruguay. Ambos partidos tendrían como resultado final un apretado 0-0, por lo que la CONMEBOL decidió –para ese momento- jugar una final de desempate en tierras neutras, optando en última instancia por el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Así, para el 29 de agosto de 1967, el Estadio Nacional alcanzaría su máxima cantidad de espectadores (alrededor de cincuenta mil asistentes) y entre los cuales seis mil se cuadrarían a favor de Racing. Sin embargo, la escuadra de Avellaneda solo había logrado convocar cinco mil hinchas argentinos; los otros mil los habría de aportar Magallanes, con su Bandita incluida. Así, Racing habría de consagrarse campeón de América por primera y única vez en su historia, apoyado por sus hinchas en conjunto con los de la Academia chilena y animado por las melodías de la Bandita. Asimismo –y como otra curiosidad- Magallanes se encontraba por aquellos años dirigido por el ex jugador de Racing Donato Hernández, situación que habría de repetirse casi cincuenta años más tarde con la llegada del “Sifón” Úbeda a la banca carabelera, último capitán campeón con la Academia de Avellaneda por un torneo argentino.

Benjamín Figueroa L.